Nuevas prácticas poéticas? sobre ciberpoesía en Valencia

El próximo 31 de enero iré a la Universidad de Valencia a participar en el seminario Noves Pràctiques Poètiques? que organiza el agitador social, profesor y poeta David Trashumante. Para ir calentando motores he escrito un pequeño texto para su blog (en el link anterior), que también podéis leer a continuación. Hablaré sobre el estado de la literatura electrónica hoy y de mi obra como poeta, ¿cool o qué?

¿Nos vemos en Valencia? (y ojito, que también habrá vídeo y streaming)

Cyberpoesía II / Alex Saum Pascual / 31 enero

Aunque siempre que hablamos de ordenadores o de internet solemos aludir a su novedad y carácter contemporáneo, en realidad la literatura creada por estas máquinas y espacios virtuales no es nada nueva. O sí lo es, pero su novedad residiría en su expresión cambiante y su capacidad de responder al entorno inmediato de hoy y no en relación a su aparición junto a los primeros ordenadores, es decir, a los años 1950.

Novedosa o no, la literatura electrónica (o e-literatura), que es así como vamos a referirnos a aquella creada con ordenadores para (la mayoría de las veces) ser disfrutada en los mismos, ha visto múltiples manifestaciones en sus casi 70 años de vida. Desde las permutaciones y poemas combinatorios del principio, a la literatura hipertextual de los 90 donde el lector era capaz de decidir el transcurso y desenlace de la obra entre varios finales posibles, a la literatura en redes sociales que vino de la mano de la web con novelas en blog o bots en twitter (pequeños robots que crean prácticamente solos), entre otros. La mayoría de los estudios sobre el tema han comparado su evolución a la de las vanguardias históricas, entendiendo que la literatura electrónica sería el desenlace lógico de esta evolución tecnológica (¿pues qué es el ordenador sino la gran tecnología de hoy?) y respondiendo a su vez a las presiones de la época postmoderna o altermoderna en la que ahora viviríamos. Vista así, la e-literatura quedaría legitimada dentro de un marco histórico y temporal que reconocemos y cuya dirección teleológica no nos supondría ningún desafío.

Sin embargo, la literatura electrónica podría también ser otra cosa. Podríamos considerarla como una expresión directa de la máquina, su temporalidad y su historicismo (en vez de la historia y temporalidad subjetivas que asociamos a nuestras historias evolutivas humanas), explicando sus múltiples manifestaciones como una respuesta directa a las necesidades tecnológicas de cada momento (y evitando hablar de evolución, que es un concepto puramente humano y bastante cargado ideológicamente). Podríamos entender la poesía cinética de rasgos concretos que vemos en la actualidad, no como una evolución del concretismo histórico, sino como una expresión de la sensibilidad material del texto digital, así como entender la fragmentación como un reflejo de la modularidad estructural de todo objeto digital (y no como la fragmentación social del sujeto postmoderno). De la misma manera, el fenómeno selfie debería explicarse como el juego avatárico de la interfaz y no como el retrato en el siglo 21. La condición efímera de la anti-historia que vivimos sería una consecuencia directa de la obsolescencia programada y la constante actualización de protocolos programáticos, y no una respuesta al cambio social de la tan popular postverdad y el presentismo en que vivimos, etc., etc., etc.

Quizás si estudiásemos la literatura electrónica como resultado de la interacción de la máquina con nosotros (y no como el producto del genio humano que utiliza la máquina como herramienta inocua) podríamos tratar de comprender cómo nuestra relación con lo digital está alterando nuestra condición humana (condición cyborg desde hace años, hoy más robótica que nunca). La explosión de e-poesía online que ahonda en la repetición, el loop, lo robado, el sujeto frío, etc., podría servirnos de ejemplo para empezar a pensar sobre esta situación.


Y unos días después, aquí llega la charla